haecceitas
”...Las titánicas luchas por el poder del siglo XX enfrentaron al capital industrial y al movimiento obrero, pero, en el siglo XXI , el capital de la vigilancia se enfrenta al conjunto de nuestras sociedades, hasta el último miembro individual de estas. La competencia por los ingresos derivados de la vigilancia se cierne sobre nuestros cuerpos, nuestros hogares y nuestras ciudades en una de las más violentas batallas por el poder y los beneficios jamás librada. No podemos imaginar el capitalismo de la vigilancia como algo que está «ahí fuera», en el entorno de las fábricas y las oficinas. Sus objetivos y sus efectos están aquí ... Somos nosotros .
No solamente hemos sido objeto de una emboscada por parte de un enemigo que nos supera por mucho en «potencia armamentística». Hemos sido sorprendidos con la guardia baja porque en modo alguno podíamos imaginar que todos estos actos de invasión y desposesión fueran posibles, como tampoco el confiado primer cacique taíno que se encontró con aquellos peludos, gruñones y sudorosos adelantados surgidos de la nada, portando el estandarte de la monarquía española y de su papa mientras caminaban fatigosamente por la arena de la playa, podía haber previsto los torrentes de sangre que manarían de aquel gesto inicial de hospitalidad hacia los recién llegados. ¿Por qué hemos tardado tanto en reconocer que lo que latía en el corazón de este nuevo capitalismo no era otra cosa más que el «pecado original de simple latrocinio»? Como los taínos, nosotros también nos enfrentamos a algo absolutamente nuevo para nuestro relato conocido: algo sin precedentes. Y como ellos, corremos el riesgo de sucumbir a la catástrofe si nos empeñamos en evaluar las nuevas amenazas a la luz de la experiencia anterior conocida. “
(ShoZub)
”...las decisiones del [G]oogleplex se toman a puerta cerrada [...], el poder de incluir, excluir y clasificar es también el poder de decidir qué impresiones públicas se vuelven permanentes y cuáles serán solamente pasajeras. [...] Pese a proclamarse adalides de la objetividad y de la neutralidad, lo cierto es que continuamente toman decisiones controvertidas, cargadas de valores. Ayudan a crear el mundo que ellas aseguran que solo se limitan a “mostrarnos”.”
Frank Pasquale, The Black Box Society , Harvard University Press, 2015, págs. 60-61
”...Otra tendencia paralela es la que ha hecho de la vigilancia como fuente de captura de excedente conductual un servicio en sí misma. Las compañías que se dedican a ello suelen ser conocidas como empresas de «software como servicio» (ScS), pero sería más correcto llamarlas de la «vigilancia como servicio» (VcS). Por ejemplo, un nuevo método de concesión inmediata de préstamos a través de una aplicación determina la solvencia de un individuo a partir de una operación de detallada minería de datos tomados del teléfono inteligente de este, así como de otros comportamientos suyos en línea, incluidos sus mensajes de texto, sus correos electrónicos, las coordenadas GPS de sus ubicaciones, sus publicaciones en redes sociales, sus perfiles de Facebook, sus transacciones en comercios minoristas y sus patrones comunicativos. Entre las fuentes de esos datos, pueden incluirse detalles íntimos de la persona, como la frecuencia con la que recarga la batería del móvil, el número de mensajes de entrada que recibe, si devuelve las llamadas que recibe y cuándo, cuántos contactos tiene en su lista del móvil, cómo rellena los formularios en línea, o cuántos kilómetros se desplaza a diario. Estos datos conductuales generan unos patrones ricos en matices que permiten predecir la probabilidad de impago o devolución de un préstamo, por ejemplo, y que, por consiguiente, hacen posible que se produzca un continuo desarrollo y perfeccionamiento algorítmico. Dos economistas que han estudiado esta técnica descubrieron que todos esos aspectos del excedente conductual de las personas producen un modelo predictivo comparable a las valoraciones crediticias tradicionales, y señalaron en este sentido que «el método cuantifica aspectos muy ricos del comportamiento que, hasta ahora, se habían considerado información “blanda”, y los vuelven tratables y legibles para las instituciones formales». «Ahora es posible adentrarse en la vida cotidiana de esos clientes y comprenderla bien», explicó el director ejecutivo de una de esas compañías crediticias que analiza hasta diez mil señales por cliente.
Los métodos de esa clase se desarrollaron originalmente pensando en los mercados de África y con la intención de ayudar a que las personas «no bancarizadas» (es decir, aquellas de quienes no se podía determinar un nivel de solvencia crediticia) pudieran optar a solicitar préstamos. Una de esas organizaciones financieras entrevistó a clientes potenciales residentes en países de baja renta per cápita y se dio cuenta de que podía ser muy fácil explotar a unos individuos ya de por sí acuciados por sus problemas de pobreza: «La mayoría dijeron no tener problema alguno en compartir detalles personales a cambio de recibir unos fondos muy necesarios para ellos». Pero estas nuevas startups de préstamos a través de aplicaciones de móvil se han desarrollado en Silicon Valley y han recibido financiación de las mismas fuentes que financian otras empresas del valle, y por ello no debe sorprendernos que esas mismas técnicas estrenadas en África hayan pasado a formar parte de una tendencia ya general de explotación de muchas familias estadounidenses económicamente diezmadas por la crisis financiera y por la cura de austeridad recetada por el neoliberalismo.”
(ShoZub)